Si seguimos el consejo de Ángel Ganivet de irnos
“al ancho de la calle” y buscar “un movimiento espontáneo de mucha gente en una
misma dirección”, sin duda, podremos apreciar como uno de estos movimientos es
el consumo de cigarrillos entre las mujeres.
En diversos y variopintos contextos –y a pesar de
las recientes restricciones legales contra el consumo de tabaco– son cada vez
más las mujeres que fuman, incluso más que los hombres. En cafeterías y bares,
en las puertas de los centros de trabajo, en los alrededores de los institutos,
en parques o paradas de autobuses es habitual observar mujeres fumando un
cigarrillo. Y mujeres de todo tipo y condición social, si bien son mayoría las
jóvenes y adolescentes.
MUJERES Y TABACO:
LA FEMINIZACIÓN DEL CONSUMO DE CIGARRILLOS
EN ESPAÑA
El que las mujeres fumen se percibe hoy día como algo normal y
corriente, incluso natural. Pero no siempre las mujeres han fumado y cuando han
fumado no lo han hecho por los mismos motivos que los varones. En la sociedad
española, como en otras sociedades occidentales, el consumo de tabaco ha estado
considerado, hasta hace relativamente pocas décadas, como una práctica propia
de hombres –manifestación e
instrumento vehiculizador de la masculinidad tradicional– estando
socialmente censurada a la generalidad de las mujeres. De hecho, probablemente,
las abuelas de las muchachas que vemos fumar con toda naturalidad en la terraza
de una cafetería, nunca han fumado y nunca se les habría pasado por la cabeza coger
un cigarrillo. Habrían sido duramente criticadas y acusadas de “prostitutas” y
“adelantadas”. Pero, seguramente, muchas de las madres de esas mismas
muchachas, sí que comenzaron a fumar décadas después como una expresión más de
la conquista y ejercicio de su libertad y autonomía. Eran mujeres “modernas”,
“liberadas” e “interesantes”, que estudiaban, trabajaban, salían de discotecas
y… fumaban. Y, hoy día, esas chicas que fuman en la cafetería perciben su
consumo de tabaco como algo normal, neutral al género, y “que todas las chicas
hacen”. El cigarrillo se ha incrustado en los esquemas de cotidianidad e interacción
social de una parte creciente de mujeres. Este cambio ha operado de forma tan
radical que, actualmente, son más las chicas adolescentes y jóvenes que fuman
que los chicos de su edad. En menos de medio siglo, las representaciones y las
prácticas sociales en torno al consumo femenino de tabaco han sufrido una
sustancial mutación. Fumar ha pasado de ser algo extraño e impropio de la mujer
a ser un comportamiento ampliamente extendido entre la población femenina y
totalmente compatible con los roles femeninos. Por lo que –además de la
preocupación sanitaria y política derivada de la institucionalización del
problema del tabaquismo– resulta de gran interés como objeto de
estudio para las ciencias sociales en general y para las investigaciones
feministas, en particular.
El consumo de tabaco por parte de las mujeres
implica un cambio drástico en los usos y costumbres de género, que se sustenta
en decisivos cambios culturales, económicos, políticos y sociales relacionados
con la transformación de los roles y estatus de las mujeres y los modelos de
feminidad. Esta tesis emerge del planteamiento de una serie de interrogantes a
este respecto, sobre qué es lo que ha ocurrido y por qué.
¿Por qué una práctica tradicionalmente
considerada como masculina es asumida por las mujeres?
¿Cómo se ha producido esta transformación y
qué factores han contribuido?
¿Qué sentidos y qué motivaciones tienen las
mujeres para empezar a fumar y continuar fumando?
¿Por qué más mujeres que varones se inician
actualmente en el consumo de cigarrillos?
Fuente: Tésis Doctoral. Autora: de María Luisa Jiménez Rodriguez. Departamento de Antropología Social de la Universidad de Granada. Año 2.007.